miércoles, 24 de octubre de 2007

El incivil Onán menosprecia a la familia Picapiedra en un simulacro de artículo (Parte 1)

La tatarabuela de Marge Simpson
se ataba el moño con un hueso


Antes que la familia amarilla lo hiciera, con los Picapiedra
aprendimos que a los padres yankees les gusta jugar a los
bolos y beber jugo de cacto o cerveza


Entre principios de los 60 y finales de esa misma década, el tándem creativo Hanna-Barbera dio a luz a muchos de los personajes de animación que harían más amenas las mañanas de los fines de semana de los que nacimos entre los principios de las décadas de los 60, los 70, los 80, y sus respectivos finales.

Hanna era la mitad trabajadora del tándem, el amigo bruto pero que se mataba a trabajar y así conseguía salir adelante, como los españoles en Argentina, y Barbera la mitad creativa. Barbera, a todo esto, es un apellido muy frecuente en Argentina, razón por la que no es inverosímil, aunque pudiera ser verdad, que fuera argentino, seguramente, pero quiero creer que con toda probabilidad, de Buenos Aires.

Este tándem se cansó de estructurar y editar programas con contenidos ajenos, en una productora, y decidió hacerlo por su cuenta con contenidos propios. Y lo consiguió con éxito.

Los Picapiedra es una de esas series que se mueve como pez en el agua en la, a menudo, tan unida frontera entre el costumbrismo de familia americana y la ciencia-ficción extraterrestre.

Pedro, el cabeza de familia, camina descalzo por la calle y lleva una túnica, algo que debe facilitarle el gesto que más repetimos los hombres a lo largo del día, que es el de rascarnos la entrepierna mientras vemos el fútbol, y que es lo que más nos gusta hacer después de cepillarnos los dientes con la escobilla del wáter y eructar delante de nuestra suegra.

3 comentarios:

Anticasciaria dijo...

Hombre Amarillo, por favor, despéjame los interrogantes creados por una especie que circula por ahí. ¿Es cierto que esta pieza de Casciari es auténtica, que te la agenciaste gracias a tus extraordinarios contactos?

Comoquiera que lo hicieras, recibe, por tu trabajo, mi enhorabuena.

Anónimo dijo...

¿Qué sentido tiene esta mierda de articulo?

La verdad, está decayendo mucho la calidad de vuestros artículos, para ser lingüistas.

Anticasciaria dijo...

No te equivoques, Vitaliano. No somos autores intelectuales de los escombros lingüísticos de este artículo.

Los insultos a los picapedreros, que no te quepa duda, los ha escrito o pluma de Casciari o pluma poseída él. Tengo experiencia en esto. Reconocería la gramática endemoniada del argentino aunque fuera tentado por ella en el desierto.

En cualquier caso, para aclarar de una vez por todas este asunto, agradeceríamos una explicación tuya, Hombre Amarillo.